Unas notas en torno a la intervención de Marta Blasco en la Catedral de Palma de Mallorca.

Fernando Castro Flórez.

Fernando Castro Flórez
“No hay para la belleza otro origen que la herida, singular, diferente en cada uno, oculta o visible, que todo hombre guarda en sí, que preserva y a la que se retira cuando quiere dejar el mundo para una soledad temporal pero profunda” (Jean Genet). I. Epifanía (poética) de la Sibila.

Marta Blasco lleva años meditando y produciendo obras de arte a partir de la fascinación tremenda que sintió con El canto de la Sibila. Esa figura oracular, inspirada por Apolo, se ha convertido en un motivo obsesivo para esta artista que ha realizado infinidad de dibujos, piezas objetuales, una hermosa vitrina y, específicamente para la Catedral de Palma de Mallorca, una instalación. Las sibilas intuyen las verdades superiores y tienen poderes que hacen que desempeñen, en la tradición cristiana, un papel paralelo al de los profetas bíblicos. Marta Blasco convierte a la Sibila en un dispositivo de atracción visual, como si su poder “revelador” propiamente fuera una cristalización que hace ver.